Jimena. Su madre tenía 15 años y su padre 16, y nunca supieron que estaba enferma. "Su madre fue muy generosa porque tuvo el bebé y lo dio en adopción". Jimena tenía ya una familia adoptiva cuando su nueva madre empezó a notar que su comportamiento era extraño. "Un mes después nos la devolvió, porque no comía, lloraba, convulsionaba y ella no tenía dinero para hacerle las pruebas que le recomendó el médico". Los Carredano se la llevaron a casa y el neurólogo descubrió que tenía un problema: "Nos dijo que Jimena había nacido sin cerebro. Tiene el tallo y un poco el cerebelo, donde tiene toda la parte vegetal y animal, pero no oye, no ve... Es un caso raro porque normalmente los niños con ese problema no viven más de ocho meses o un año y ella ya tiene seis.
"Te garantizo que yo no he cambiado la forma de pensar de nadie y Jimena ya lo ha hecho. Una señora que quería abortar porque esperaba un niño Down leyó el caso de Jimena en el libro Seres de luz, de Gloria Conde, y al mes y medio -cuando vio que además de Down posiblemente vendría con otros problemas y que hasta se podría morir-, decidió que no sólo no abortaría, sino que si moría, adoptarían otro niño con síndrome de Down. ¿Cómo podría yo conseguir que una persona experimentara ese cambio tan profundo? Yo no podría, pero ella lo está haciendo -asegura su padre-. Esos seres que Dios creó, que para los ojos de algunos, por ser niños malformados, no deben nacer, son los que podrían estar haciendo los cambios en el mundo y nos los estamos cargando". Pepe y su familia han comprobado que, independientemente de las habilidades humanas que pueda tener, cada persona tiene un papel en este mundo: "Nosotros hemos visto con Jimena que cuando Dios permite que nazca una persona, que ha sido creada por Él, es porque tiene una misión específica que cumplir".
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