El lunes vino a
la oficina una chica de 19 años, de ascendencia dominicana pero natural de
Queens en Nueva York. Ella estaba nerviosa, y me dijo que no sabía si estaba
embarazada y que necesitaba hacerse un test de embarazo, así que nos pusimos a
ello.
Después de rellenar el formulario y hablar un
poco más con ella hicimos el test, era positivo. Ella empezó a llorar y llorar,
y a decir que no podía contárselo a su
madre, que la echaría de casa, que no tenía a donde ir, que su novio quería que
abortase y que qué iba a hacer ella con un bebe… Sin embargo, sin yo apenas
decir ni una palabra, me dijo que no quería abortar, que sabía que estaba mal,
que no podía matar a su bebé… necesitaba desahogarse y que alguien la
escuchara.
Estuvimos hablando mucho tiempo, más de 40
minutos, yo le dije que podía contar conmigo para lo que quisiera, que estaba ahí
para ella en todo momento, le di mi número de contacto y mi email y se quedó
mucho mas tranquila. Me dio las gracias por estar ahí, por escucharla y
animarla a hablar con su madre. Yo le dije que seguro que ella lo entendería y que,
aunque al principio fuera un golpe tremendo, seguro que la respaldaría y cuidaría,
y de no ser así, entraría en el programa de acogida para madres adolescentes
donde se le proporcionaría una casa, comida y facilidades para terminar sus
estudios.
Hoy me
ha dicho que esta misma tarde se lo diría a su madre y, que pasase lo
que pasase, se quedaría con el pequeño, porque es su hijo. Que alegría!
Seguiremos en contacto.
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