En primer lugar quiero decirte que lo siento. Siento que tengamos que conocernos en estas condiciones, siento que te haya tocado nacer en esta época, una época en la que solo importa qué puedes hacer y qué tienes, una época en la que parece que nadie quiere contar contigo.
Tu madre es una chica muy valiente ¿sabes? Vino a verme el otro día; al principio estaba temblando y no sabía por donde empezar, me decía que pensaba que los bebés eran bendiciones que llegan del cielo en el mejor momento de nuestra vida, en una situación perfecta, cuando está todo preparado; y no ahora. No con 18 años. No estando sola.
Tu madre te quiere, tal vez aún no se lo haya dicho a nadie, pero yo lo he visto en sus ojos, he visto esa mirada muchas veces, ella no va a dejar que te pase nada malo, pero es que es difícil. Es difícil cuando no puedes contar con nadie. Es difícil cuando la situación en casa es la de una madre que le grita, un padre que se fue y una hermana pequeña.
Quiero que sepas que a pesar de la situación, tú no eres un error. Tal vez tus padres no fuesen realmente conscientes de que ibas a venir precisamente ahora, pero la culpa no es enteramente suya.
La sociedad, ya verás cuando llegues, nos hace creer a los jóvenes que cuando nuestro cuerpo empieza a cambiar y nos desarrollamos físicamente, significa que ya estamos preparados para emplearnos a fondo, que ya somos mayores, que podemos hacer de todo; sin embargo emocionalmente, seguimos siendo unos niños, aún tenemos mucho que aprender, no me refiero solamente a que nos falten años de estudio, me refiero a nosotros mismos, aún no sabemos muy bien quienes somos, estamos "descubriéndonos" y tendemos a magnificar nuestros sentimientos.
Tal vez cuando tu padre le decía a tu madre que la quería pensaba que lo decía en serio, que era un amor para toda la vida, como el de esas películas para niños que hace no mucho tiempo aún les gustaba ver. Y sin embargo al enterarse de que estás ahí, en camino, se ha venido abajo.
Se ha dado cuenta que no es más que un chaval, que aún depende de sus padres, que no sabe si quiere a tu madre, que no tendría que haberla obligado aquella noche...
Papá tiene miedo. Seguramente te estarás preguntando cómo un padre puede tener miedo de su propio hijo, de sangre de su sangre, pero es que en realidad no es por ti.
Está asustado porque no sabe qué hay que hacer, porque sabe que esta situación ha llegado antes de lo que a él le hubiese gustado, porque va a tener que dar muchas explicaciones que no serán bien recibidas, porque sabe que cuando vengas le cambiarás la vida.
Ha tomado la decisión equivocada, algunas personas cuando están metidas en algo que nos les gusta quieren cortar por lo sano y eliminar el asunto, volver al punto de partida, borrón y cuenta nueva.
Tranquilo, mamá y yo no vamos a dejar que te pase nada, mamá tiene pánico, muchísimo, pero no ha aceptado el dinero de papá, aún no entiende muchas cosas pero hay algo que tiene claro: a su hijo no van a hacerle daño.
Cuando miro a tu madre se me llenan los ojos de lágrimas, debería salir en las portadas de los periódicos, en todos los telediarios, en todas las emisoras de radio, y en lugar de eso solo la escucho yo, porque sus amigos son demasiado cobardes para admitir que muchos de ellos han estado en la misma situación pero no se atrevieron a seguir, porque pensaban que no estaban preparados, pero tu madre ahora sabe, que si te crees lo suficientemente mayor como para hacer una serie de cosas, también tienes que serlo para cargar con sus consecuencias. Puedes jugar con fuego, pero luego no te sorprendas si te quemas.
Papá le llama cada día, está nervioso porque ve que ella sigue adelante, no sabe que hacer, ayer le dijo que si no aceptaba el dinero la dejaría; mamá está muy triste, se ha dado cuenta de que el amor de verdad no debería desaparecer en las malas temporadas, sino que tendría que hacerse más fuerte; le da pena que tu padre no vaya a estar ahí para ti, pero también sabe que ningún chico vale la vida de su hijo, que a partir de ahora tú vas primero. Antes que esa fiesta a la que tanto le apetecía ir, antes que ese vestido que se quería comprar, antes que esas horas más de sueño... mamá ha madurado, ya no tiene 18 años, bueno, físicamente tal vez sí, pero ha entendido lo que son las prioridades, las responsabilidades, la familia. Mamá es una gran persona, desde ese día en aquel cuarto, cuando estuve con ella haciéndose la ecografía, cuando te vimos por primera vez, solo tenías 3 meses pero tu corazón se escuchaba perfectamente: BUM BUM, BUM BUM, BUM BUM, mamá daba gritos de emoción y yo no podía soltarle la mano ni parar de llorar.
Querido niño que estás dentro de tu madre, no puedo prometerte una vida fácil, no será la que tu madre había pensado que su primer hijo tendría, no puedo prometerte que tendrás de todo; pero puedo prometerte una cosa, algo que muchas personas buscan sin cesar a lo largo de tu vida, el amor de verdad. A ti nunca te faltará amor, puedo prometerte que siempre, podrás contar con tu madre, para lo que quieras, ella es tu fan número uno, ella lo va a dar todo, incluso si se queda sin nada, eres su apuesta y hace un all-in.
Pero sobretodo, te prometo, que tu vida valdrá la pena.
Te espero
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