Uno de los pasados fines de semana fuimos con Chris de viaje a Washington DC y visitamos el museo del Holocausto. En él se muestra cómo los nazis consiguieron, poco a poco y sin hacer mucho ruido, ir aislando a los judíos primero en guettos y después en campos de concentración hasta intentar acabar con ellos.
¿Cómo fue posible que en una sociedad avanzada como la alemana ocurrieran hechos de este tipo y que la gente no reaccionara? Es verdad que mucha gente no sabía lo que ocurría realmente en los campos de concentración, pero no es menos cierto que muchos, sabiéndolo, se escudaran en el "no pude hacer nada", o en el "me obligaron", para evitar ayudar a miles y miles de judíos apresados por los nazis y más tarde ejecutados en las cámaras de gas.
La prueba de esto es que fueron muchos los alemanes que, lejos de apoyar estas ejecuciones, ayudaron a judíos que se encontraron a su paso, a veces sin conocerles de nada y arriesgando su propia vida para salvar la de los demás.
Por lo tanto sí, realmente se podía hacer algo, y quien no lo hizo fue para quedarse en la cómoda postura de testigo mudo, intentando evitar enterarse de los hechos para no incomodar a su conciencia.
No es difícil trazar paralelismos entre esta situación y la actual del aborto en todo el mundo. Está científicamente comprobado que la unión de un óvulo y un espermatozoide da lugar a un nuevo individuo, con caracterísitcas diferentes a las de sus padres, es decir, una nueva persona. Escudarse en excusas simplistas como que el aborto es un derecho de la mujer nos convierte en testigos mudos, que no hacen nada para evitar que miles y miles de niños mueran cada día en las cínicas abortistas. ¿Queremos realmente ser cómplices de este crimen? No todos tenemos las mismas capacidades, pero cada uno podemos aportar nuestro granito de arena para evitar convertir el aborto en un nuevo genocidio.
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