Ayer empecé a trabajar en la oficina de EMC en el Bronx. Sólo llevo dos días ahí y no dejo de sorprenderme. A lo largo de estos dos días han venido varias mujeres muy decididas a abortar. Muchas de ellas no sabían ni la mitad de los riesgos y consecuencias que el aborto puede provocarles y han salido indecisas, otras tenían muy claro la idea de interrumpir el embarazo, pero sin embargo, algunas han cambiado de opinión y deciden llevar a cabo esa nueva etapa de su vida.
Otra de las cosas que me ha llamado mucho la atención es el trato que reciben las personas que acuden allí. Cuando Kathy y Cynthia cogen el teléfono, responden diciendo: " May I help you!?" y siempre se despiden diciendo algo cariñoso así como: " thanks, sweet heart". A pesar de que el teléfono no para de sonar en todo el día, ellas siguen contestando con la misma amabilidad y cariño que la primera vez. Cuando una persona te trata bien, te sientes a gusto. Eso es a veces lo único que necesitamos; sentirnos queridos y apoyados en momentos difíciles.
Realmente admiro a estas personas y me gustaría tratar a la gente con la misma delicadeza que ellas, sin juzgar a nadie y escuchando, en todo momento, la opinión de otras personas que no piensan igual que tú. Es un detalle del que me di cuenta nada más llegar y que me pareció un gesto de humildad muy importante del cual deberíamos aprender todos e intentar imitarlo.
Nuestra misión ahora es ayudar con el corazón al mayor número de personas para transmitir con mayor facilidad algo tan fundamental como es el derecho a la vida; un derecho universal. No debemos perder la ilusión y seguir siendo optimistas para poder trabajar mejor.
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