Este Sábado fuimos a la clínica abortista por la mañana. Por un acuerdo de la policía, aquí sólo se nos permitía rezar y enseñar carteles. No se permite comenzar un diálogo, a menos de que sean los clientes quienes se acerquen a nosotros. ¿Pero como quedarse con los brazos cruzados? ¿Como comenzar un diálogo tan urgente, en donde hay tanto en juego? Eso trae una amargura que sólo puede verse desde la luz de la fe, en donde se tiene la certeza, que la oración mueve más allá de lo que creemos.
Ese día conocimos a muchos voluntarios que llevan muchos años yendo a esa clínica a rezar. Pero quiero centrarme en una mujer que conocí ese día, Marta. Marta hace ocho años vio una imagen que la dejó impactada de por vida. La imagen de un bebé de 10 centímetros partido en trozos, como se hace en los abortos. Esta cruda imagen se ha convertido en su estandarte al ir a las clínicas abortistas para abrirle los ojos a las mujeres de una manera directa sin poder empezar una conversación.
Es aquí cuando me pregunté... ¿una imagen como esta realmente es efectiva en un momento tan crítico como lo es el momento anterior a abortar? O es simplemente una imagen dura que sólo prejuzga la actuación de esta mujer? Yo opino que aunque sea una imagen clara y cruda sobre el aborto, en una cita en nuestras oficinas no veo necesario usar una imagen así ya que yo puedo hacerles ver mediante palabras y videos no explícitos los procedimientos y riesgos del aborto.
Pero volvamos a la situación en la que estábamos. Una mujer entra en un coche a una clínica. Quizás ese cartel sea el último grito antes de cometer ese error que pueda cambiar su vida. No es acaso la verdad la mejor manera de hacer reaccionar a alguien? Abrir los ojos? Un momento duro es mucho mejor que una vida dura. Así que...
Una imagen vale más que mil palabras.
No comments:
Post a Comment