Con los primeros rayos de sol Lorena, Cristina y yo
nos levantamos a desayunar, poco después preparamos las cosas y acudimos a
Planned Parenthood dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos como cada día.
Tras casi una hora de metro llegamos temprano a la
clínica de abortos, el reloj marcaba las 7:30 AM. Comenzaron a llegar chicas a
la clínica poco a poco. Nosotros hablábamos con las chicas que podíamos y también
hablábamos con sus parejas hasta que hacia las 9:40 de la mañana vino una chica
acompañada de su novio, ella se llamaba Laurie y tenía 23 años. En el momento
de la llegada no nos hicieron demasiado caso, entraron directos a la clínica con
la mirada al suelo sin hacer ningún amago de parar.
A la salida la actitud cambió de forma notable, la
chica estaba devastada, triste, apesadumbrada. Había abortado, matado a su hijo
y las consecuencias sentimentales estaban apareciendo. La actitud altanera
había desaparecido, recogió toda la información que le proporcionamos con mucha
atención y se la guardo en el bolso. Lorena le
regalo un pañuelo y le dio un sentido abrazo, en mi opinión ella se
había dado cuenta que se había equivocado.
Quizás nos debamos de esforzar más para que esto no
ocurra.
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