Hoy hemos
madrugado mucho para estar a las 7 y media de la mañana en la clínica abortista
de Emily’s. Son muchas las chicas que entran cada día con la intención de
abortar, así que tan sólo llegar nos hemos puesto a rezar el rosario con un
grupo pro life que también estaba haciendo lo mismo. Las horas iban pasando y
nosotras seguíamos ahí, al pie del cañón, rezando por las vidas de tantos no
nacidos. Niños que tienen el mismo derecho a nacer que tu y que yo. Vidas
pensadas por Dios desde antes de la creación del mundo. Además de rezar el
rosario hemos estado repartiendo panfletos informativos, en los que se explican
los riesgos del aborto, tanto físicos como psíquicos. Muchas chicas no quieren
saber nada y los rechazan. Es más fácil vivir en la mentira que
enfrentarse a la cruda realidad. Sin embargo, nos vemos obligados a hacérselo
saber. Después de cinco horas hemos abandonado la clínica, contentas, sabiendo
que nuestra labor diaria, aunque pequeña, dará muchos frutos. Frutos tan grandes
como el de la vida.
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