El sábado a mediodía, Pili y yo llegamos a Cleveland, Ohio. Después de estar casi un mes en Detroit, MI, nos quedaremos una semana aquí. Esta ciudad es muy distinta a la anterior, es mucho menos peligrosa y las casas no están tan abandonadas como en los suburbios que solíamos ver en Detroit. A pesar de esto, como en todas las ciudades de los Estados Unidos, siguen habiendo abortos.
Los dos días de trabajo en Cleveland los hemos pasado en una clínica llamada Preterm. Es una de las clínicas abortistas más conocidas de la ciudad. De todos modos, en los dos días que llevamos no hemos visto entrar tantas madres como en Detroit. Durante el día de hoy sólo hemos podido hablar con dos de ellas, todas las demás han entrado con el coche hasta dentro y no han querido detenerse ni un segundo para escucharnos. Las otras dos, en cambio, han bajado la ventanilla de su coche y se han puesto a hablar con nosotros. Una de ellas nos ha dicho que quería tener al bebé pero había ido a la clínica para hacerse su primera ecografía, y la otra, parece que ha aceptado nuestra ayuda; ha cogido el panfleto y estaba dispuesta a dirigirse a un centro que le hemos aconsejado para hacerse las distintas pruebas y quedarse con el bebé.
Para mi, los mejores momentos del día siempre son cuando conseguimos que una de estas madres se de la vuelta, salga de la clínica y vuelva para su casa decidida a seguir con su embarazo. En realidad, cuando llegan a la clínica todas traer la misma cara de tristeza que lo único que demuestra es que verdaderamente ellas no quieren matar a su hijo, simplemente se ven obligadas a hacerlo debido a la situación en la que, desgraciadamente, se encuentran.
Mireia Oter
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