Hoy he hablado con una chica de la castidad, del sentido que tiene. Le he contado que la castidad no es cuestión de mentalidad anticuada, sino cuestión de amor.
Le he explicado que cuando alguien vive la castidad está amando al que será su futuro marido desde antes de conocerle. Se está reservando el regalo más grande que podemos dar, nuestra propia intimidad, para esa persona especial, para esa persona que estará toda la vida a su lado amándole en la “salud y en la enfermedad, hasta que la muerte les separe”. Le he dicho que no sólo es amar a su futuro marido, sino amarse a sí misma. Porque sabiéndose valiosa se daría cuenta de que no puede estar en manos de cualquiera.
Ella conforme me iba escuchando los ojos se le iban poniendo cada vez mas vidriosos y sus labios se tornaban en sonrisa. Hasta que me dijo: “Esto que me cuentas es la mejor película romántica”. Y es que el amor de verdad sabe respetar y esperar.
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