Esta semana hablé con una chica en la oficina la cual me
sorprendió por su entereza, fuerza y ganas de vivir. Tenía 24 años, 3 hijos, y
estaba finalizando sus estudios. Tenía planes. Quería casarse con su novio de
10 años y ponerse a trabajar cuanto antes. Hicimos el test de embarazo y salió
positivo. Estaba claro que sus planes iban a sufrir una pequeña modificación. La
miré, y no se le torció el gesto. Sonrió y me dijo: -¿pues parece que a por el
cuarto no?
Tenía muy claro que no quería abortar. Tenía muy claro que
si sus planes tenían que retrasarse se retrasarían. Me dijo que ella estaba
totalmente en contra del aborto. Que ella sabía perfectamente que lo que tenía
en las entrañas era una personita, como tú y como yo. Que sabía que ahora iba a
ser más complicado y que sus planes, tan bien diseñados, iban a tener que
sufrir modificaciones. Pero que nunca antepondría sus intereses personales y
sus sueños a la vida de sus hijos. Que nunca sería egoísta con este tema, que
siempre miraría por la vida de sus hijos, aunque todavía estuvieran en su
tripa, que nunca se pondría ella por delante. Me quede con la boca abierta y
sólo le pude decir una cosa: -Olé!
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