Muchas veces nos lanzamos a hablar para convencer al resto de que nuestro punto de vista u opinión es la válida y por lo tanto la que debemos seguir. Sin embargo, en nuestro afán por demostrar la gran capacidad dialéctica y poder de convicción que poseemos, olvidamos lo que de verdad consigue captar la atención de nuestros semejantes: escuchar.
Sin el silencio necesario para que las personas a las que intentamos ayudar decidan expresar sus ideas, preocupaciones, miedos, alegrías, etc. nunca podremos entender en la situación en la que se encuentran realmente, y por lo tanto, nuestra gran aportación consistirá en lanzar ideas generales que parecen sacadas de un manual de auto ayuda.
La empatía, esa gran ausente en nuestros días, nos permite aproximarnos todo lo posible a la situación real de la persona (en este caso, mujer) a la que pretendemos ayudar evitando que tome la decisión más antinatural que existe: el asesinato de un hijo. Y la empatía no es posible sin la escucha, aunque implique estar, simplemente escuchando, todo el tiempo necesario.
Esta entrada se la dedico a una chica que valientemente decidió seguir adelante con su embarazo con 21 años, en la universidad y sin trabajo. Y por supuesto, apoyo y ayuda no le van a faltar.
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