Tuesday, January 28, 2014

Él no tiene la culpa

Toda acción tiene consecuencias. Esto es lo que nos enseñan desde nuestra más tierna infancia, o por lo menos lo que se pretende. Es importante saber y aceptar que tras una decisión libre, estamos aceptando también las consecuencias de dicha elección, tanto las buenas como las malas. Y es tanto irrefutable como inevitable. Nadie puede disociar la acción de sus consecuencias.
Sin embargo, la relación entre el sentido de la responsabilidad y el crecimiento humano parece ser inversa; es decir, a medida que crece la persona su sentido de la responsabilidad sufre un decrecimiento, o en el mejor de los casos gana en flexibilidad, por lo que en los casos que nos interesan lo que prima es la responsabilidad, pero en los que no alientan nuestros intereses y comodidades prima el "todo vale".
Desgraciadamente para algunos, las consecuencias que conllevan nuestras acciones no desaparecen a voluntad, y por lo tanto lo sabio es aceptarlas y aprender a vivir con ellas, es decir, aprender a aceptar la responsabilidad de nuestros actos libremente escogidos, con más o menos acierto. Sino estas dispuesto a aceptar y vivir con las consecuencias de tus acciones, no las lleves a cabo.

"Él (bebé) no tiene la culpa. Tanto mi marido como yo tenemos que responsabilizarnos de nuestras decisiones, aunque no lo deseemos ni estemos listos para un hijo". Con esta frase, una chica de 23 años decidió seguir adelante con su embarazo, a pesar de los posibles "inconvenientes" de aceptar la responsabilidad de sus actos.




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